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EVITA: UN LEGADO COMPLEJO QUE SIGUE MOLDEANDO A ARGENTINA

**Eva Perón: La Figura Imperecedera y su Legado Complejo en Argentina**

La figura de Eva Duarte de Perón, conocida universalmente como Evita, continúa siendo un pilar central en el imaginario colectivo argentino y objeto de un incesante debate historiográfico. A más de siete décadas de su temprana muerte, su legado no solo perdura, sino que se reconfigura constantemente bajo nuevas luces y perspectivas críticas, alejándose de la dicotomía simplista de santa o demonio para revelar una estadista de profunda complejidad.

Su ascenso meteórico, de orígenes humildes a Primera Dama de Argentina, marcó una era. Evita, desde su posición junto al General Juan Domingo Perón, orquestó una revolución social que redefinió el papel del estado en la vida de los ciudadanos. Fundó la influyente Fundación Eva Perón, una entidad que canalizó recursos significativos hacia la asistencia social, construyendo hospitales, hogares de tránsito para mujeres y ancianos, y distribuyendo alimentos y juguetes a gran escala. Esta acción directa y su cercanía con los «descamisados», los sectores más humildes de la sociedad, le valieron una devoción inquebrantable que persiste hasta el día de hoy.

Además de su labor social, Evita fue una fuerza impulsora detrás de la promulgación del sufragio femenino en 1947, un hito que empoderó a millones de mujeres argentinas y transformó el panorama político del país. Su creación del Partido Peronista Femenino demostró su visión de una participación política activa de las mujeres, más allá de la mera emisión del voto.

Sin embargo, el ejercicio del poder de Evita no estuvo exento de controversias y críticas. Historiadores y analistas señalan una creciente concentración de poder en sus manos y las de la Fundación, así como un uso a menudo clientelar de la asistencia social para consolidar el apoyo al peronismo. La retórica de Evita, a menudo incendiaria y polarizante, generó una profunda división en la sociedad argentina, distanciando a las clases medias y altas que veían en ella una amenaza a sus privilegios y una figura autoritaria. Documentos de la época revelan tensiones constantes con sectores tradicionales del ejército y la oligarquía, que la percibían como una intrusa en el ámbito del poder.

La construcción de su imagen, tanto por ella misma como por la maquinaria propagandística peronista, la elevó a un estatus casi mítico, la «Jefa Espiritual de la Nación». Este mito fue luego magnificado por obras culturales como el célebre musical y la película *Evita*, que si bien la popularizaron globalmente, a menudo simplificaron la complejidad de su persona y sus acciones, enfocándose en el melodrama y la iconografía.

Hoy, historiadores y politólogos abordan su figura con herramientas analíticas más matizadas, buscando entender no solo lo que hizo, sino cómo sus políticas y su retórica moldearon la identidad política argentina de un modo perdurable. Se examina su rol en la modernización social, la politización de las masas y la consolidación de un tipo particular de populismo en América Latina. Su discurso sigue siendo un referente para movimientos sociales y feministas, aunque también es invocado por diversos sectores de la política contemporánea con intereses disímiles.

En síntesis, Evita no es una figura monolítica. Encarna la pasión, la ambición, la lucha contra la injusticia social y la polarización política de su tiempo. Su continua relevancia demuestra que, lejos de ser un mero capítulo histórico, su figura sigue dialogando con el presente, obligando a Argentina a confrontar las complejidades de su propio pasado y la naturaleza de su liderazgo, manteniendo viva la llama de un debate que trasciende generaciones.

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