EVA PERON: UN SIMBOLO ARGENTINO EN ETERNA CONTENDA
Eva Perón: La Eterna Contienda por el Alma de un Símbolo
Eva Duarte de Perón, figura ineludible de la historia argentina y arquetipo de la política populista del siglo XX, continúa siendo un epicentro de debate y fascinación, décadas después de su prematuro fallecimiento. Su legado, lejos de consolidarse en una narrativa unívoca, permanece como un palimpsesto donde distintas generaciones y facciones políticas inscriben y reinterpretan la identidad nacional.
Emergida de la marginalidad social y el mundo del espectáculo, Eva Duarte experimentó un ascenso meteórico al contraer matrimonio con Juan Domingo Perón, entonces coronel y figura en ascenso. Su carisma, su oratoria vibrante y su profunda conexión con los «descamisados», los trabajadores y las clases más desfavorecidas, la catapultaron a una posición de poder e influencia sin precedentes para una mujer de su época en la región. No solo fue la Primera Dama; fue la voz, el rostro y el brazo ejecutor de una revolución social.
Fue la fuerza motriz detrás de iniciativas trascendentales como la Fundación Eva Perón, que desplegó una red de asistencia social, hospitales, escuelas y hogares para niños, transformando radicalmente el acceso a la salud y la educación para amplios sectores de la población. Su activismo fue fundamental para la sanción del sufragio femenino en Argentina en 1947, un hito que empoderó políticamente a la mujer y redefinió su rol en la esfera pública. Sin embargo, su ejercicio del poder no estuvo exento de críticas, señalándose la concentración de recursos y la personalización de la ayuda social, elementos que sus detractores catalogaron de autoritarios.
La construcción de su imagen fue una obra maestra de la comunicación política. Desde su estilismo impecable, que la proyectaba como una figura de glamour y elegancia internacional, hasta su mística de redentora de los humildes, Evita tejió una narrativa que la elevó al estatus de «Santa Evita» para sus millones de seguidores. Se convirtió en un icono religioso y político, cuya figura fusionaba la compasión cristiana con la férrea voluntad revolucionaria. Para sus oponentes, empero, representaba la demagogia, la manipulación de las masas y un peligroso desprecio por las instituciones republicanas.
La odisea de su cuerpo embalsamado tras su muerte en 1952 es, en sí misma, una epopeya que subraya la intensidad de las pasiones que Evita suscitaba. Secuestrado, oculto y finalmente exiliado por la dictadura militar que derrocó a Perón en 1955, su cadáver se convirtió en un objeto político por derecho propio, un símbolo de resistencia para unos y de conjuro para otros. Su eventual retorno a Argentina y su inhumación definitiva consolidaron su lugar en el panteón de las figuras más veneradas y disputadas de la nación.
En la actualidad, Eva Perón sigue siendo reinterpretada y reclamada por movimientos sociales, partidos políticos y expresiones culturales diversas. Su figura es espejo de las contradicciones inherentes a la historia argentina: la lucha por la justicia social, el peronismo como fuerza aglutinadora y divisoria, el rol de la mujer en el poder y la persistencia de un populismo con raíces profundas. Evita, más allá del mito o la caricatura, permanece como un prisma a través del cual se examinan las tensiones perennes de una nación en constante búsqueda de su identidad. Su historia, por tanto, no es solo un relato del pasado, sino un diálogo vivo con el presente y el futuro de Argentina.